El ritmo de vida marcado por la sociedad actual hace que las mujeres decidan postergar su maternidad hasta pasados los 30 o incluso los 40 años. Los problemas económicos, el desarrollo de la vida laboral de la mujer, o la búsqueda de una pareja estable son algunas de las causas que hacen que esta tendencia vaya en aumento a lo largo de los últimos años. Según las estadísticas, hoy en día la edad media de una madre primeriza ronda los 33 años, y alrededor del 10% superan los 40.
Pero retrasar la maternidad tiene unas consecuencias. A partir de los 35 años la reserva ovárica, es decir, la cantidad de óvulos de una mujer, desciende drásticamente tanto en número como en calidad de los mismos. Esto hace que disminuya la posibilidad de conseguir un embarazo, y aumenten las anomalías cromosómicas y la probabilidad de aborto. Todo ello hace que los tratamientos de fertilidad y de reproducción asistida estén a la orden del día, aumentando especialmente el número de ovodonaciones como consecuencia de la edad de las mujeres.
Los avances en criopreservación permiten vitrificar ovocitos, lo que se conoce como preservación de la fertilidad. Mediante este procedimiento, la mujer podrá disponer de sus óvulos hasta el momento que decida ser madre sin que éstos hayan perdido su calidad.
Pero, muchas veces, el desconocimiento hace que todavía un gran número de mujeres pasen por alto la opción de preservar su fertilidad, por lo que os recomendamos que no dudéis en informaros acudiendo a una clínica de reproducción asistida, donde podréis consultar tanto el proceso del tratamiento como el precio del mismo o cualquier otra duda que se os presente. Aún así, queremos insistir en la necesidad de realizar la preservación cuanto antes. No olvidemos que la relación entre la edad de la mujer y la calidad de su reserva ovárica es una relación inversamente proporcional, es decir, cuantos más años tenga la mujer, peor será su reserva ovárica, y que estamos retrasando de 10 a 15 años la maternidad sobre lo que sería la plenitud fértil de la mujer. Por lo tanto, lo más recomendable sería, como norma general, no posponerlo hasta después de los 34 años. De todas formas, cada paciente es diferente por lo que debemos revisar cada caso de forma particular.